sábado, 8 de febrero de 2025

Había una vez, en el Bosque del Valle, una ardillita llamada Lili que, a pesar de tener todo lo necesario en su vida –nueces, amigos y un hogar acogedor–, sentía que algo le faltaba para ser verdaderamente feliz. Un día, mientras se encontraba cerca del huerto de la anciana lechuza Luna, no pudo evitar suspirar.
–¿Cuándo conseguiré ser feliz de verdad? –preguntó Lili, dirigiéndose a la sabia lechuza, conocida como la más Anciana del Valle.
Luna, sin siquiera detener su labor en el huerto, le respondió con una calma profunda:
–Cuando te canses.
Lili parpadeó, sorprendida. –¿Cansarme? ¿Cansarme de qué? –preguntó, llena de curiosidad.
Luna le sonrió con dulzura, posando sus ojos brillantes en la ardillita. –Cuando te canses de preocuparte por lo que vendrá mañana, de compararte con los demás animales del bosque, de recordar lo que pasó, lo que se fue o lo que pudo haber sido. Cuando dejes de mirar lo que crees que te falta y empieces a ver lo que realmente tienes.
La anciana continuó, con una voz que parecía flotar en el aire:
–Cuando te canses de luchar contigo misma y comiences a escuchar los deseos de tu propia alma. Como la semilla que se abre paso a través de la tierra, llegará un momento en el que nazca en ti una decisión firme: la de elegir ser feliz por encima de cualquier otra posibilidad.
Lili escuchó atentamente, y sus ojos comenzaron a brillar con una nueva comprensión. Tal vez la felicidad no estaba en buscar algo que aún no tenía, sino en elegir, desde lo más profundo de su corazón, disfrutar cada momento y valorar la vida.
Desde aquel día, Lili comenzó a ver el mundo de otra manera. Ya no buscaba fuera lo que siempre había estado dentro de ella.

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